Cada día, el Instituto Nacional de Laboratorios de Salud (Inlasa) procesa alrededor de tres centenares de pruebas PCR para detectar Covid-19 y en medio de la pandemia recibe muestras de siete departamentos del país. Para atender toda esta demanda, los profesionales pasan hasta 18 horas por día en este centro de referencia. Una de ellas es la propia jefa del laboratorio de virología, Aleida Nina.
“Tenemos días en los que trabajamos entre 15 y 18 horas, según la necesidad. Venimos de lunes a lunes”, dice la profesional al describir su actual ritmo de trabajo. Incluso tiene momentos en los que ya no sabe qué día de la semana es.
Pese a que el Gobierno nacional implementó laboratorios en las diferentes regiones del país, cuando uno de los centros falla, las pruebas se envían al Inlasa y obligan al personal del instituto paceño a continuar sus tareas sin horarios. Así, Nina y su equipo trabajan sin descanso en una guerra que no da tregua y que se lleva vidas todos los días: la pandemia del coronavirus.
Aleida Nina se graduó de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca y después hizo un posgrado en microbiología en la Universidad de Chile. Una vez que retornó a Bolivia, la profesional ingresó a trabajar al Inlasa, donde presta sus servicios desde hace dos décadas y en este camino se preparó para enfrentar los escenarios más adversos.
Su primera tarea fue la producción de la vacuna antirrábica en un momento cuando el país luchaba por erradicar este mal. Presentó un proyecto -de forma colaborativa con la Universidad de Chile- que fue seleccionado entre 121 países para caracterizar la genética de la rabia. Este galardón le permitió al instituto obtener los recursos para comenzar a montar su laboratorio de virología y saber qué sepas de rabia circulaban en el país, además de ayudar a la detección de la rabia transmitida por los perros a los humanos.
Con un segundo proyecto y un segundo galardón, Nina obtuvo más recursos. Esta vez para el equipamiento y la adquisición de reactivos destinados a la vigilancia de la influenza. “Implementamos el laboratorio de virología con todas las técnicas de cultivos celulares, inmunológicas y posteriormente pruebas moleculares”, dice orgullosa la profesional.
Luego siguieron años de arduo trabajo con la OPS, la OMS y el CDC de Atlanta. Y así formó parte de la red iberoamericana de virólogos. Desde este sitial amplió el servicio de laboratorio para síndromes febriles que no se trataban mucho en La Paz por la altura, porque son más comunes en el trópico y los valles.
“Se vio la necesidad de implementar (este servicio) para las poblaciones del norte de La Paz y Beni. Conseguimos que otros países nos apoyen con reactivos. Así pudimos implementar otras pruebas de laboratorio para dengue, fiebre amarilla y leptospirosis que no son virus, pero sí síndromes febriles”, explica. Este trabajo permitió convertir al Inlasa en una de las instituciones más importantes del país y una de las más equipadas para enfrentar la pandemia.
En diciembre, cuando aún se escuchaban noticias sobre el brote de Covid-19 al otro lado del mundo, no se pensó que llegaría con tanta fuerza a América Latina. Nina explica que el coronavirus pertenece a la familia de los SARS y que en 2012 ya se presentó en China y en el Oriente Medio, pero -en esa oportunidad- los brotes fueron controlados.
“En ese momento (en diciembre) no se sabía el alcance que podía tener. Nadie esperaba que pudiera llegar y ser tan masiva la expansión de este virus. A mediados de enero, cuando comenzó a diseminarse de forma masiva, vimos que se iba a producir algo incontrolable, finalmente sucedió. La expansión fue tan rápida y brusca que la mayor parte de los países fueron afectados”, refiere.
La jefa del laboratorio reconoce que la preparación para luchar contra el virus era lo “más complicado” por la elevada demanda de insumos, reactivos y medicamentos. “Incluso ahora el problema persiste”, comenta y asegura que esta situación puso en dificultades a muchos países de la región.
Ante la emergencia, en el Inlasa trabajaron para obtener más pruebas, reactivos e insumos necesarios, además conformaron equipos de trabajo que implican a todo el personal del instituto, en especial al laboratorio de virología.
En las últimas semanas, el Inlasa procesa 300 pruebas diarias y habilitó un segundo laboratorio para reforzar el proceso de las muestras de Covid-19 ante la más reciente proyección del Gobierno: en septiembre se registrará el pico más alto con 130 mil infectados.
“Con (la habilitación del) otro laboratorio, estimo que duplicaremos la cantidad de muestras de Covid-19”, explica Nina. Y es que la profesional y su equipo no están dispuestos a dar ni un segundo de tregua a la lucha contra el coronavirus, más aún porque saben que su trabajo es de vida o muerte.